domingo, 25 de julio de 2010

2 - QUIÉN Y EL AULA DE LA LECCIÓN

NOTA DEL AUTOR

Les dije que compartiría mis favoritas con ustedes, y ésta es una de ella. Aunque esta parábola fue una de las primeras ofrecidas por Kryon, sigue teniendo una fuerte relevancia en nuestras vidas diarias. El objetivo de Kryon es proporcionarnos las herramientas para elevar nuestra propia vibración en este planeta —para ser todo lo posible mientras estemos aquí. Esta parábola esconde mucho para dejarnos ver las posibilidades que tenemos frente a nosotros. También llama a nuestros corazones y nos pide que "recordemos" quiénes somos realmente.

Había una vez un humano a quien llamaremos Quién. El sexo de Quién no es importante para esta historia, pero puesto que no tienen una palabra ade­cuada para una persona de género neutro, lo llamare­mos el Quién humano, de modo que Quién pueda abarcar a todos los hombres y a todas las mujeres por igual. No obstante, y simplemente por motivos de traducción, diremos que Quién es él.

Como todos los humanos de su civilización, Quién vivía en una casa, pero a Quién sólo le importaba la habitación en la que vivía, porque era lo único real­mente suyo. Su habitación era bonita y era su tarea encargarse de que siguiera siéndolo, y lo hacía.

Quién vivía una buena vida; pertenecía a una civi­lización en la que cada vez que quería comida, había mucha. Nunca tenía frío, porque siempre tenía para protegerse. A medida que Quién crecía, aprendía muchas cosas sobre sí mismo. Aprendía qué cosas le hacían sentirse feliz, y encontraba objetos para colgar en la pared a los que pudiera mirar y sentirse feliz. Quién también aprendía qué cosas le hacían sentirse triste y aprendía cómo colgar esas cosas en la pared cuando quería estar triste. También aprendía qué cosas le hacían enfadar, y encontraba cosas que colgar en la pared a las que pudiera dirigirse cuando decidie­ra estar enfadado.

Como sucede con otros humanos. Quién tenía muchos miedos. Aunque tenía lo básico para vivir, tenía miedo de otros humanos y de ciertas situacio­nes. Temía que esos humanos y situaciones pudieran traer cambios, porque se sentía seguro y estable con la manera como eran las cosas, y había trabajado duro para llegar a ese estado. Quién temía las situaciones que parecían tener control sobre su estable habita­ción, y también temía a los humanos que controlaban esas situaciones.

Supo de Dios por otros humanos. Le dijeron que ser un humano era algo muy pequeño, y Quién lo creía. Al fin y al cabo, miraba a su alrededor y veía millones de humanos, pero un solo Dios. Le dijeron que Dios era todo y que él no era nada, pero que Dios en su amor infinito respondería a las plegarias de Quién si rezaba con sinceridad y actuaba con integri­dad durante su vida. Y Quién, que era una persona espiritual, pedía a Dios que los humanos y las situa­ciones a los que temía no crearan cambios y que su habitación pudiera seguir siendo igual -y Dios res­pondía a la petición de Quién.

Quién tenía miedo del pasado, porque de algún modo le recordaba cosas desagradables, y rezaba a Dios para que bloqueara esas cosas de su memoria —y Dios respondía a la petición de Quién. Quién tam­bién temía al futuro, porque contenía posibilidad de cambios y era oscuro, incierto, y escondido de él. Quién pedía a Dios que el futuro no trajera cambios a su habitación -y Dios escuchaba su petición.

Quién nunca iba muy lejos dentro de su habita­ción, porque todo lo que realmente necesitaba como humano estaba en un rincón. Cuando sus amigos venían de visita, éste era el rincón que les enseñaba, y estaba contento así.

Quién observó por primera vez un movimiento en la otra esquina cuando tenía unos 26 años. Se asustó mucho, e inmediatamente rogó a Dios que desapare­ciera, porque le hacía sentir que no estaba solo en su habitación y ésta no era una situación aceptable. Dios atendió la petición de Quién, y el movimiento paró, así que Quién dejó de tenerle miedo.

Cuando tenía 34 años, el movimiento regresó, y de nuevo Quién pidió que parara porque tenía mucho miedo. El movimiento paró, pero no antes de que Quién viera algo que había nunca había visto antes en la esquina: ¡otra puerta! En la puerta había una extraña escritura, y Quién tuvo miedo de sus implicaciones.

Quién preguntó a los líderes religiosos sobre la extraña puerta y el movimiento, y le advirtieron que no se acercara allí, porque dijeron que era la puerta de la muerte y que sin lugar a dudas moriría si su curio­sidad se convertía en acción. También le dijeron que la escritura en la puerta era malvada y que nunca debía volverla a mirar. En cambio, le animaron a que participara en un rito con ellos y a dar su talento y ganancias al grupo; y que haciendo esto, le iría bien.

Cuando Quién tenía 42 años, el movimiento regresó. Aunque Quién esta vez ya no le tenía miedo, de nuevo pidió que parara, y paró. Dios era bueno por responder tan rápida y completamente. Quién se sin­tió fortalecido por el resultado de sus plegarias.

Cuando Quién tenía 50 años, enfermó y murió, aunque no se dio realmente cuenta de ello cuando sucedió. De nuevo vio el movimiento en la esquina y volvió a pedir que parara, pero en cambio se hizo cada vez más claro y cercano. Asustado, Quién se levantó de la cama para descubrir que su cuerpo terrenal se quedaba allí, y que él se encontraba en forma de espíritu. A medida que el movimiento avanzaba hacia él, Quién empezó a reconocerlo en cierto modo. Sentía curiosidad en vez de miedo, y su cuerpo espiritual parecía natural.

Quién vio entonces que el movimiento eran real­mente dos entidades que se acercaban. Las figuras blancas, a medida que se situaban más cerca, brillaban como si tuvieran luz en su interior. Finalmente, se quedaron delante de él, y Quién se sorprendió por su majestad, pero no tuvo miedo.

Una de las figuras habló a Quién y dijo:

- Ven, querido, es la hora de marchar.

La voz de la figura estaba llena de gentileza y fami­liaridad. Sin dudarlo, Quién se fue con los dos. Estaba empezando a recordar lo familiar que era todo mien­tras miraba hacia atrás y veía su cadáver aparente­mente dormido en la cama. Se sentía lleno de un maravilloso sentimiento que no podía explicar. Una de las entidades tomó su mano y le dirigió directa­mente hacia la puerta que tenía la extraña escritura. La puerta se abrió, y los tres pasaron por ella.

Quién se encontró a sí mismo en un largo pasillo con puertas a otras habitaciones a cada lado. Pensó para sí mismo, ¡esta casa es mucho mayor de lo que yo pensaba! Quién vio la primera puerta, que tenía más escrituras extrañas. Habló a una de las entidades blancas: -¿Qué hay tras esta puerta de la derecha? Sin decir palabra, la blanca figura abrió la puerta e indicó a Quién que entrara. Al entrar, Quién se quedó estupefacto. Amontonadas desde el suelo hasta el techo, ¡había más riquezas que en sus más locos sue­ños! Había lingotes de oro, perlas y diamantes. Sólo en una esquina, había suficientes rubíes y piedras pre­ciosas para un reino entero. Miró a sus compañeros blancos y brillantes y les preguntó:

—¿Qué es este lugar? El más alto respondió:

—Ésta es tu habitación de la abundancia, por si hubieras querido entrar en ella. Sigue perteneciéndote y seguirá aquí para ti en el futuro.

Quién estaba sobrecogido por esta información. Cuando regresaron al pasillo. Quién preguntó qué había en la primera habitación de la izquierda; otra puerta con una escritura que estaba empezando a tener cierto sentido. Al abrir la puerta, la figura blanca dijo a Quién:

—Ésta es tu habitación de paz, por si querías usarla.

Quién entró en la habitación con sus amigos, y se encontró rodeado de una niebla blanca y espesa. La nie­bla parecía estar viva, porque inmediatamente revistió su cuerpo y Quién empezó a inhalarla. Estaba desbor­dado de comodidad, y sabía que nunca volvería a sentir miedo. Sintió paz donde nunca antes la había habido. Quería quedarse, pero sus acompañantes le animaron a continuar, y siguieron andando por el pasillo. Había aún otra habitación a la izquierda.

-¿Qué es esta habitación? —preguntó Quién.

-Este es un lugar donde sólo tú puedes entrar —dijo la figura más pequeña.

Quién entró en la habitación e inmediatamente se llenó de una luz dorada. Sabía lo que era. Era su pro­pia esencia, su iluminación, su conocimiento del pasado y del futuro. Este era el almacén de paz y amor de Quién. Quién lloró de alegría, y se quedó allí absorbiendo verdad y comprensión durante mucho tiempo. Sus acompañantes no entraron, eran pacientes.

Finalmente, Quién salió de nuevo al pasillo. Había cambiado. Miró a sus acompañantes y los reconoció.

—Sois los ángeles-guías -afirmó.

—No, -dijo el más alto- somos TUS guías. Continuaron con perfecto amor.

—Hemos estado aquí desde tu nacimiento por una única razón: amarte y enseñarte la puerta. Tuviste miedo y nos pediste que nos fuéramos, y lo hicimos. Estamos a tu servicio en amor, y honoramos tu encar­nación de expresión.

Quién no sintió reprensión en sus palabras. Se dio cuenta de que no le juzgaban, sino que le honraban y sintió su amor.

Quién miró las puertas ¡y ahora podía entender la escritura! Mientras avanzaba por el pasillo, vio puertas marcadas como CURACIÓN, CONTRATO, y otra con la palabra alegría. Quién vio más de lo que deseaba, porque por todas partes había puertas con los nombres de niños aún no nacidos, e incluso había una que decía LÍDER MUNDIAL. Quién empezó a darse cuenta de lo que se había perdido. Y, como sí supieran lo que pensaba, los guías dijeron:

—No te lo reproches, porque es inapropiado y no rinde servicio a tu magnificencia.

Quién no lo comprendía del todo. Miró al final del pasillo hacia el lugar por donde había entrado y vio la escritura en la puerta, la escritura que al principio le había asustado. ¡La escritura era un nombre! Era SU nombre, su verdadero nombre... y ahora comprendió completamente.

Quién sabía la rutina, porque ahora Él recordaba todo, y ya no era Quién. Dijo adiós a sus guías y les agradeció su fidelidad. Se quedó parado durante un tiempo, mirándolos y amándolos. Entonces Él empe­zó a andar hacia la luz al final del pasillo. Ya había estado allí antes. Sabía lo que le esperaba en su breve viaje de tres días a la cueva de la creación para recu­perar su esencia; y luego, hacia el salón del honor y la celebración, donde le esperaban aquellos que le ama­ban muchísimo, incluso aquellos a quienes Él había amado y perdido durante su estancia en la Tierra.

Sabía donde había estado y sabía a dónde iba. Quién volvía a casa.

POSTDATA DEL AUTOR

La presentación del personaje, Quién, por Kryon al principio de la historia es un intento de crear una perso­na sin género. Quién es un ser-Quién, ¿qué es? ¿un hom­bre o una mujer? La intención de Kryon es evitar una inclinación de género que interfiera en la completa com­prensión de la parábola o con la capacidad para ponerse en el sitio de Quién.

En la parábola, la casa de Quién es obviamente su vida, o su "expresión" (tal y como Kryon llama a la vida) en la Tierra. La analogía de las diferentes habitaciones se refiere a las ventanas de oportunidad que todos tenemos, que acompañan a nuestro contrato, nuestro karma, y por lo tanto, a nuestro potencial mientras estamos aquí.

La parte que habla sobre el aprendizaje de Quién de lo que le hace feliz, triste y enfadado, y sobre cómo cuelga en la pared cosas para hacerle sentir de esa manera, es realmente información llena de prospección sobre los humanos. Se refiere a las partes de nosotros mismos que ahondan en el pasado y reviven ciertos acontecimientos para sentir de una determinada manera. Normalmente, no se trata de un comporta­miento adecuado, iluminado, puesto que se recuperan viejas memorias para "sentir" enfado, odio, venganza y sentimiento de ser víctimas. A veces es sólo el viejo deseo de estar en un lugar que nos hizo felices, como cuando estábamos creciendo.

El hecho de que Kryon dijera que Quién "colgaba cosas en la pared" con este propósito también está lleno de significado. Cuando alguien viene a mi casa, lo que hay colgado en la pared es para ser visto. Son mis fotos de familia y obras bellas. Lo que quiere decir que he colga­do cosas en la pared para darles énfasis, aunque sea para, el beneficio de los desconocidos que lleguen, porque sien­to que esos objetos son especiales. Por lo tanto, Kryon nos presenta a Quién colgando sus sentimientos para que todo el mundo los vea y reaccione a su "pared" de lección. Quién, como muchos otros humanos, quiere involucrar a otros en sus propios procesos, porque el hacerlo les hace sentirse mejor. Quién aún no sabe nada de la responsa­bilidad. Aun así, más tarde aprendemos que no importa en qué estado de iluminación se encuentra Quién, no hay juicio por parte de Dios sobre ello.

Vemos que Quién tiene miedos, y su miedo principal es a propósito del control. Parece que en su vida teme a las situaciones en que alguien pudiera cambiar su habi­tación (su vida). Su reacción a la mayor parte de estos miedos es seguir igual. Su verdadero miedo, por lo tanto, es el cambio, y desea estabilidad o conciencia estática. También teme al pasado, pero no sabe por qué. Se diri­ge a otros humanos para aprender sobre Dios, y utiliza lo que aprende para protegerse del cambio. Este un ejem­plo excelente de lo que la religión nos enseña hoy día. Tenemos a Dios representando el papel de responsable protector contra lo maligno, y se anima a los miembros de la iglesia a seguir la protección del pastor a través del valle de las sombras de la muerte. Esto difícilmente anima al pensamiento espiritual enriquecedor de los individuos. Tampoco promueve el concepto de tomar res­ponsabilidad por lo que le sucede a uno, tal como Kryon nos ha aconsejado

La parte maravillosa de esta historia es que aunque Quién "compra" en el tipo de doctrina religiosa media, normal, ¡obtiene resultados de sus oraciones! Recibe la protección que pide, y por lo tanto queda protegido del cambio del movimiento perturbador del rincón. De nuevo, Kryon nos ha dicho que la mecánica del Espíritu de Dios es absoluta y que la energía amorosa de los buenos intentos de oración da resultados. ¿Recuerdan el dicho: "Tengan cuidado con lo que piden, porque quizás lo obtengan."? ¡Es verdad! Y esta parábola es la prueba.

A lo largo de nuestras vidas, todos tenemos varias oportunidades de enriquecimiento y descubrimiento de nosotros mismos, y Quién las tuvo. Aunque creía que tenía respuestas satisfactorias, Dios le honró con un "vis­tazo " de sus guías. Esto era el molesto movimiento que veía en la esquina, junto con la visión de una puerta. Se trataba de los esfuerzos de sus guías para llevarle a otra realidad, dándole así su merecida oportunidad de cam­bio; y una oportunidad para enfrentarse a su miedo. De nuevo Kryon fue perspicaz al mostrar lo que las religio­nes del momento le dijeron que hiciera al respecto: Le dijeron a Quién que el movimiento era maligno. Hasta la fecha, ésta es la respuesta más común para todo lo que vaya en contra de la doctrina popular, sea cual sea la cre­encia religiosa. Muchos que no están de acuerdo con el punto de vista de otros simplemente lo llaman maligno y nunca se paran realmente en ninguno de los mensajes ni observan la energía que rodea a la creencia.

Así finalmente Quién murió, y lo que más temía sucedió: El movimiento del rincón se hizo realidad. Pero, de algún modo, lo reconoció y no tuvo miedo. Pasamos a las diferentes habitaciones más allá de la puerta y com­partimos el descubrimiento de Quién.

La visita a las habitaciones es una exposición de su contrato terrenal (hecho para sí mismo), y de su ilustra­ción potencial—con riquezas, paz y esencia interior per­sonal de poder individual, su "parte de Dios". Reconoce a sus guías por el camino, mostrándonos que sabemos quiénes son verdaderamente nuestros guías, pero que esto está escondido mientras estamos aquí. Imagínese andar por la vida con dos o tres amigos dispuestos a ayudarnos y amarnos a cada paso, ¡y prescindir de ellos! Quién hizo exactamente esto, y aun así sus guías no le juzgaron. Este es el material del que se compone el amor de Dios.

Quién empezó a comprender y a sentir que se había equivocado terriblemente. Sin embargo, los guías le corrigieran inmediatamente y le dijeron: "No te lo repro­ches, porque es inapropiado y no es digno de tu magnifi­cencia". Este fue el gran paso de Quién. En ese momen­to pasó de ser un "antiguo humano en aprendizaje "a ser lo que siempre había sido: una parte de Dios, una enti­dad universal. Lo siguiente a lo que miró fue su verda­dero nombre en la puerta, y recordó todo.

Cuando Kryon presenta caminos y parábolas, de hecho me lleva "allí" durante la traducción viva. En el caso de esta parábola, sentí el viento y el clima, y demás. Kryon a menudo me permite describir lo que estoy "vien­do " además de sus grupos de pensamientos dados a mi para su traducción. En el proceso, sin embargo, me veo fuertemente afectado, a menudo lloro con la alegría de la comprensión total de lo que está siendo presentado mien­tras estoy sentado en mi silla. No hay nada que pueda describir que esté cerca de esta experiencia en compara­ción, excepto lo que llegamos a sentir en un sueño muy, muy real.

De hecho estuve allí mientras lo hizo Quién, confia­do apunto de ir a casa; envuelto en amor. Sentí el empuje de amor de los que ya estaban allí y añoré a mis ami­gos en el otro lado. Vi a mis guías brillantes, resplande­cientes y sentí su amor, y entonces cogí la mano de Kryon y volvía mi silla en el encuentro en Del Mar, California.

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